LOVE NATURE

Algunos de mi amigos me han preguntado porqué he dejado la ciudad para venirme a vivir a este sitio tan alejado, donde mis posibilidades profesionales se han visto reducidas o casi eliminadas.
Reflexiono.; Es cierto que la vida rural no carece de dificultades, tienes que viajar una hora en coche para tener acceso a una especialidad médica, los niños tiene que salir en autobús a poblaciones cercanas de partir de secundaria, no tenemos cines, ni teatros, ni centro comerciales. Tenemos mala cobertura de internet y teléfono, a pesar de que las tarifas son las mismas que en cualquier ciudad, se corta la luz, a pesar de que tenemos dos centrales hidroeléctricas, no tenemos oficinas de empleo, ni oficinas de reclamaciones, ni administración publica con excepción del ayuntamiento, y lo peor, apenas tenemos trabajo, con lo que se produce una gran emigración de la población autóctona hacia las ciudades, quedando los ancianos y los atrevidos forasteros.
La naturaleza me hacer sentir que estoy aquí y ahora, viviendo el presente, sin filtros ni pantallas, sin trasiegos de la mente, así es de abrumadora. Me trae a mi cuerpo, a mis cinco sentidos.
El aire huele a flores y a paja, mientras baja por el barranco con aroma a picos nevados, el aire huele a tierra, a vaca, a pájaros cantores, a hinojo y hierbabuena, vapores de un puchero que guisa mi vecina. El agua huele a frescura, a risas cristalinas, a llantos y adioses, a piedra y a blancura.
Al tacto, con esa caricia de la brisa en mi pelo, Y el oído, los vuelos de los pájaros, cencerros de las vacas, las voces de algún turista que busca entre su mapa, las ranas en la charca, mirlos en las cerezas, una culebra que baja hacia su casa. Y cuando subes a las cumbres ¿ oís ese silencio? ¿ Y la vista? Ay vista, que descansa en esta tierra que sobrecoge.
Esa es mi respuesta, cuando siento la fuerza de la naturaleza en este sitio siento que en ningún otro lugar estoy tan viva y tan llena de amor. Gracias, Barranco del Poqueira.